“Estos criterios morales constituyen el programa ético que el Perú tuvo durante el gobierno de los Incas: no seas mentiroso, no seas ladrón y no seas ocioso. Hoy son bienes de primera necesidad..."
Por Luz González. 15 enero, 2016.Cada vez está más próximo el proceso general de elecciones de las altas autoridades que regirán el Perú, en el quinquenio 2016 a 2021. Somos conscientes de que se trata de un período clave para el desarrollo humano, económico y social de nuestro país, por lo que queremos elegir a las personas más capaces, con un perfil moral alto y que tengan el coraje de aniquilar la corrupción –una fea palabra que se usa hoy día con descaro– y que significa la ausencia de bien y de verdad en un hombre o en una mujer.
Pienso que, el primer vicio que debemos detectar, para ir descartando opciones, es la mentira. Un sabio refrán dice ‘en la boca del mentiroso lo cierto se hace dudoso’. El que miente pierde nuestra confianza y se anota puntos en contra, especialmente si es un candidato a la Presidencia de la República.
Lo segundo que hay que saber es si el candidato es una persona honesta: si su conducta moral es recta; es decir, si no acepta coimas, ni está involucrada en lavado de dinero. No roba a otro lo que le pertenece y respeta el bien ajeno; si paga sus impuestos, etc. No cabe duda de que este es (debería ser) un punto decisivo al momento de elegir.
En tercer lugar, habría que saber si ese candidato es una persona laboriosa, trabajadora; y si realmente está preparado para dedicarse a tiempo completo a su función y a la dirección de los más altos intereses del país.
Estos criterios morales constituyen el programa ético que el Perú tuvo durante el gobierno de los Incas. Desde siglos atrás los peruanos hemos sabido esas normas: no mientas, no robes, no seas ocioso (Ama Llulla, Ama sua y Ama quella). Hoy nos resultan bienes de primera necesidad tanto en la vida personal como en la social.